El festival ainsetano apostó por el público infantil con Bea Silvestre, Víctor Biau y Fábrica de Paraules durante la tarde del sábado

Aínsa, 26 de Julio.- La penúltima jornada del Festival Castillo de Aínsa tuvo al público infantil como destinatario principal de las funciones del foso. A las 19:00h se subían al escenario Bea Silvestre y Víctor Biau, dos artistas locales que, reversionando el cuento de Blancanieves, aglutinaron a más de cien personas en el patio de butacas. “Cuántos cuentos cuenta un cuento” buscaba despertar conciencias sobre roles de género pero abordado en tono de humor, haciendo gala de un lenguaje muy cercano y accesible a los más pequeños.

Se ha ido con la tienda de campaña a cruzar el Himalaya” o “Que se vaya usted a asar castañas” eran las contestaciones que el espejito mágico (Víctor Biau) ofrecía a todo hombre (Bea Silvestre y sus múltiples apariencias) dispuesto a conquistar a Blancanieves. Y es que a la nueva joven del cuento no le gusta hacer de ama de casa, ni sonreír todo el rato o complacer continuamente a los demás. “Cuántos cuentos cuenta un cuento” es un proyecto diseñado para ser representado en colegios e institutos, y en esta ocasión llegaba al foso como parte del compromiso que la organización del Festival tiene en la promoción de la igualdad de género.

Más tarde, a las 21:00h, llegaba el turno de Fábrica de Paraules y su espectáculo de narración oral “Soñando el mundo”. El dúo alicantino cautivó a base de títeres y música de percusión sutil, fiel compañera de las variopintas aventuras de los personajes. Los mayores rescataron del pasado la historia de “Garbancito”, mientras que niños y niñas conocieron la historia de Mamá Lumba, la madre tierra de cuyas entrañas nacieron todos los animales, incluidas las personas, dotadas con el don de la palabra para que los relatos pasen de generación en generación.

Títeres, muñecos y adornos de toda clase fabricados a mano por ellos mismos fueron llenando el escenario ante la atenta mirada de los presentes. Tan solo el autómata, mostrado al final del número, había sido fabricado por un artesano argentino llamado Hernán Lira. Las historias de la abuela Prudencia hicieron reír y cantar, pero ante todo seguir “Soñando el mundo”, el objetivo principal de sus creadores, que no quieren que la ilusión vivida en la infancia desaparezca con la madurez.

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