Aínsa supera con creces el reto más ambicioso del Festival cumpliendo un estricto protocolo higiénico-sanitario
Aínsa, 19 de Julio.- La jornada más ambiciosa del festival concluyó anoche sin incidentes y con la máxima colaboración del público. La Villa Medieval acogía desde las 20:00 horas la primera de sus propuestas de la mano de Alauda Teatro, logrando atraer al foso a más de un centenar de personas con su despliegue de títeres de hilo. Los dedos de Frango, el presentador, dieron vida a un fakir, a una joven acróbata, a una flor bailarina o a una amantis religiosa sobre un escenario que escondió diversas sorpresas a lo largo del número circense.
Pocos minutos después de finalizar “The puppet circus” se abrían los accesos de la explanada del Castillo e iba produciéndose un goteo constante de personas que ocupaban sus asientos para ver al gran virtuoso del violín, Ara Malikian. Hasta 700 personas fueron testigos de la emocionante entrada del artista, quien, paseándose por el mirador de la muralla, hizo sonar las primeras notas de un concierto impresionante. Abajo, en el escenario, lo esperaba su compañero, el excelente pianista Iván “Melón” Lewis, ensamblando entre ambos piezas musicales aplaudidas hasta la saciedad.
El libanés introdujo cada una de sus interpretaciones con anécdotas e historias en clave de humor, algunas de ellas recogidas en el documental “Una vida entre las cuerdas”. “Bourj Hammoud” fue de las primeras en sonar evocando el ambiente de tierras armenias, de donde proceden todos sus ascendientes. También interpretó el tema “Bachelorette”, de la islandesa Björk, una artista polifacética hacia quien Malikian guarda una profunda admiración. Tanto es así que, según contó, coincidieron en un avión y trató de llamar su atención haciendo diversas tonterías sin obtener resultado satisfactorio. “Si alguien la conoce hablarle bien de mí”, decía el artista, antes de volver a ponerse manos a la obra.
Malikian llegó a Madrid hace 20 años y comenzó su andadura española en la Orquesta Sinfónica madrileña. Recuerda aquella época como algo maravilloso, salvo por una cosa: la banda siempre estaba metida en un foso. Después de varios años de experiencia se prometió no volver a tocar en esas condiciones y aseguró que “mientras esté vivo prefiero estar sobre el escenario”. Desde entonces no ha dejado de compartir su música mirando a un público siempre entregado.
La puesta en escena concluyó pasadas las 00:30 ofreciendo así un espectáculo de más de dos horas, muy lejos del propósito de casi un día “non stop” que había anunciado bromeando al comienzo. Malikian explicaba que llevaba cuatro meses sin subirse a un escenario y que, en compensación, ofrecería a los asistentes la posibilidad de acompañarle durante dieciocho horas. No habría sido un mal plan, pero para decepción de su precursor y de los asistentes la noche llegaba a su fin no sin antes emocionar con el tema inédito “Nana”. La composición nació durante el confinamiento y se la dedicó a los ancianos y ancianas fallecidos en soledad durante la pandemia. Con esta maravillosa actuación Aínsa supera el ecuador de la programación de su festival, demostrando que cultura y medidas de higiene y seguridad no están reñidas en tiempos de pandemia.